23.10.10

LIBROS Y SUEÑOS: 
EL NUEVO LIBRO DE ALBERTO SANTOFIMIO
Por: Carlos Orlando Pardo
Carlos Orlando Pardo
Con alguna regularidad, desde hace ya no pocos años, conocemos la noticia de un nuevo libro de Alberto Santofimio Botero. Por encima de todos los calificativos que le endilguen amigos o enemigos, él es, en esencia, un académico y un humanista, un comunicador y un escritor. Santofimio, con acendrada disciplina y talento intelectual, se dedica a la tarea de escribir sobre los más diversos temas, siempre con un estilo literario. Su lenguaje exquisito y buen tino en la selección de los temas, al igual que su tarea reflexiva, nos dejan la grata impresión de estar asomados a un paisaje de buen gusto. Y no se trata de un oficio improvisado como en muchos para completar la máxima de tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. No. Es amplia su bibliografía y su experiencia en las lides periodísticas y académicas desde tiempos tempranos, con la ventaja de no haber abandonado jamás su incontrolable pasión por la lectura y la escritura de textos. Sus contenidos van desde los intricados problemas económicos a nivel nacional o internacional, sobre autores europeos o latinoamericanos y sus devociones por la narrativa y la poesía del continente o del país en sus variadas épocas. De allí la variopinta realidad que nos ofrece, sin que abandone jamás una prosa poética y una fina construcción del material verbal. Con la sabiduría que ofrece la síntesis y la obligada sinopsis que prima en los periódicos, salvo que se trate del ensayo, Santofimio logra, sin que se note un esfuerzo de mutilación, una claridad contundente en el apretado margen de las 451 palabras por artículo. Y es con ellos que elabora buena parte de este volumen en una rigurosa selección de las columnas que mantiene con regularidad en varios medios. Pero no es una antología de antiguas colaboraciones sobre las que han salido algunos de sus libros, sino las de su último período donde es fácil advertir cuáles son sus preocupaciones intelectuales. No es sorpresa que se encuentren aquí desde lo que pudieran ser las novedades bibliográficas, puesto que también se remonta a aniversarios de grandes escritores de todos los tiempos, sino alcanza la resurrección de autores que bien vale la pena releer. La lección que nos señala Alberto Santofimio es que con él pareciera extinguirse una estirpe de políticos que a partir del nacimiento mismo de la independencia o la república, ejercieron la acción representativa o estatal bajo el conducto virtuoso de la cultura. Para quienes ejercen en estos tiempos la política no es usual que dediquen tiempo a la lectura y mucho menos siquiera al intento de escribir. Lejos estamos de aquellas generaciones de políticos que cultivaban paralelamente el humanismo como una integralidad necesaria para la mejor comprensión del mundo. Hoy por hoy, casi en su totalidad, encarnan seguramente la audacia en su mecánica, pero incorporan el divorcio y con ello el desprecio a la lectura. De allí que, si bien es cierto gozamos de un mejor país en cuanto nos ha llegado la tecnología y el modernismo, también lo es que sufrimos de un profundo atraso por lo que significa la ausencia de cultura y con ello el abandono para estos temas vitales de la gente. Como bien lo recuerda Malcolm Deas en su libro Del poder y la gramática, el buen ejemplo lo proyectan desde inquietos y ambiciosos guerreros y políticos colombianos como el general Rafael Uribe Uribe, quien escribió cuentos para niños, dictó conferencias y publicó periódicos en los intervalos de las tres guerras civiles en las que participó y hasta escribió un diccionario abreviado de galicismos, provincialismos y correcciones de lenguaje con 300 notas explicativas en un denso trabajo de 376 páginas, hasta personalidades como Caro y Cuervo, Marroquín o Suárez, para sólo nombrar pocos modelos. Entonces eran figuras eruditas e inteligencias destacadas con interés por el idioma, la pureza de la lengua y el gusto por la literatura, así como con la concepción de que lenguaje y poder deberían permanecer inseparables. Por encima de las equivocaciones que tuvieron en el ejercicio de la política, incluido Bolívar o Santander, quedó de ellos una obra destacada y su devoción por la cultura. Ya que fueran presidentes o ministros, jefes políticos o guerreros, jamás descuidaron por un solo momento lo que tuviera que ver con su formación. Para los tiempos de hoy, buena parte de los políticos hacen gala de profusa ignorancia y de algunos niveles de analfabetismo, tanto en lo que hablan, (cometen errores de ortografía haciéndolo), como lo que escriben, (si es que alguna vez lo hacen), generándose en su imagen, por encima de la sonrisa estándar de las fotografías en sus propagandas, un desolador espectáculo de mediocridad. De allí que a partir de la misma raíz muestren desprecio por todo lo que tiene que ver con la cultura, cada vez más huérfana de apoyo porque la conciben sin utilidad, salvo que sus rubros se gasten en quemas de pólvora o reinados. Por eso nos entusiasma que la figura controvertida de Alberto Santofimio Botero continúe con la disciplina de la escritura y nos regale el invaluable placer de leerlo, puesto que es siempre una delectación el estacionarnos en sus páginas y dejarnos llevar de su mano sabia por los maravillosos laberintos del conocimiento. Sin embargo, no se trata solo de la información y puntos de vista novedosos, como del particular enfoque que lo distingue como un ser sensible desprovisto de sectarismos y una personalidad que siempre brilla con luz propia. De otra parte, es bueno destacar de qué manera todo está cubierto por el traje de la sinceridad, ese destino del cual escapan tantos que no quieren ningún enfrentamiento. Desde luego sus columnas educan, una forma de redimir, reflejando como un espejo sin empañarse lecciones de saber. El cultivo que ha hecho Santofimio de su inteligencia es demostrarnos que siempre se está aprendiendo, señalarnos qué vale la pena leerse y darnos a entender, con Brougham, que la gente culta es posible que sea fácil de gobernar pero difícil de esclavizar. Comparte entonces el escritor sus entusiasmos sin la fuerza del egoísmo, sin mezquindades sobre lo que conoce del mundo y de la vida y ante todo demuestra su vigencia, su capacidad para mantenerse sobre el lomo del conflicto y el alma de los libros, entendiendo con Franklin que uno permanece si escribe algo que vale la pena leerse o valga la pena escribirse. A pesar de que varios se confederen aún para atacarlo, lo que queda claro es que quien ha merecido honores y soportado injurias, todos saben que honra la palabra, la imaginación como el ojo del alma y la independencia como una fortaleza, no quejándose nadie de su memoria ni de su juicio ni de su capacidad vigilante, laboriosa y atípica, cargada de meditaciones, lecturas, pensamientos, críticas, sosiegos y desesperanzas, lo que comprobarán al leer este libro que está habitado de artículos de lujo.
Notas sobre el libro Palabras y sueños de 
Alberto Santofimio Botero

Por: Carlos Martínez Silva*

Este título Palabras y Sueños, nos hace recordar, por su similitud, al libro Pensamientos y Meditaciones del pin­tor, escritor y alumno de la Escuela de la Sabiduría de Beirut, Khalil Gibran, quien de joven, era feliz inmerso en las tor­mentas de las costas Mediterráneas, tanto como nuestro escritor, historiador, poeta y humanista Alberto Santofimio Botero, en medio de las tempestades de la política en Colombia.

Su lectura nos permite escrutar sus pensamientos, definir los rasgos de su propia y vertiginosa existencia y ratificar esa formidable capacidad que tiene para comuni­car verbalmente sus ideas, sin vacilar, sin fallar en la estructuración de las frases, con pasmosa precisión y con fa cadencia y el vigor que ha cautivado todas las audien­cias.

Recordamos los fragosos acordes Wagnerianos de sus discursos en la plaza pública, la sonoridad orquestal de sus intervenciones en la Academia o en el Parlamento y el encanto musical de sus declamaciones, cuando recita a Neruda, a Rilke, a Lorca o a Rimbaud De aquellos, nu­merosas ediciones han permitido guardar para la Historia un enorme acervo literario que interpreta su pensamiento político. De éstas, hemos sido testigos afortunados en inol­vidables tertulias al calor del afecto que ha prodigado a sus amigos. Gracias al conocimiento que tiene del Idioma, la Historia, la Literatura, las grandes corrientes del Pensamien­to Universal y, desde luego, la condición del ser Humano, hace con propiedad las semblanzas de los grandes acto­res de nuestro tiempo, de De Gaulle a Churchill, de Sartre a Azorín, de Alberti a Canetti, de Silva a De Greiff, de Gaitán a Lleras Restrepo, de Lozano y Lozano a López Pumarejo, de Núñez a Echandía.

En el análisis de las circunstancias políticas más difí­ciles, y de los conflictos sociales y económicos más agu­dos, se expresa libremente Santofimio Botero sin ataduras ni convencionalismos, con irreverencia y, si es necesario, con insolencia, por que sabe que sus libros deben dejar una «huella perdurable» y por que «escribir significa entre­garse por completo». Franz Kafka decía al principio del Si­glo Veinte:» solamente debemos leer libros que nos muer­dan, que nos piquen, que nos arañen», y al final del mismo Siglo, Umberto Eco decía en sus Apostillas al Nombre de la Rosa que, al escribir una novela policíaca del medioevo, «quería convertir al lector en mi presa» y al ubicarla en el contexto físico de una, abadía, «tenía ganas de envenenar a un monje».

Entonces, que lo digan estos títulos: Rumbo al Socia­lismo, Convocatoria a los Inconformes, Estoy Uniendo al Pueblo y Dividiendo a la Oligarquía. La Patria Socialista del Mañana, Revolución con Libertad, y muchos más que for­man parte de sus Obras Selectas editadas por el Congre­so de la República en tres tomos de la colección Pensado­res Políticos Contemporáneos.

Con la autoridad que le otorgan el conocimiento del país, sus problemas y sus gentes, y la percepción del fenó­meno histórico del siglo veinte y su aproximación al siglo veintiuno, aborda los más diversos temas con seriedad y convicción, con dolor patrio y con franqueza. Del capítulo Ensayos Breves de Historia. Política y Literatura, destaca­mos «Dos Genios Coincidentes» por la sorprendente, in­sólita y casi imposible ecuación en que involucra a Wilde y a Rimbaud, y entre los Prólogos de libros de historia, bio­grafías, poesía, pintura, leyes, música y fotografía, su bella página «El tiempo detenido» escrita para el libro en que Germán Huertas Combariza hace gala de sus condiciones de Fotógrafo con su excelente álbum sobre Villa de Leyva. El texto del discurso de posesión en la Academia de Histo­ria del Tolima sobre la vigencia del pensamiento de Marx, nos lleva a asegurar que afortunadamente éste trascende­rá por siempre todos los acontecimientos de la Historia Universal, y el Capítulo sobre «Recuerdos de Ibagué de 1948 a 1963» reanima nuestros sentimientos de haber com­partido con tanta intensidad los sucesos de un pueblo ele­mental, y por ello mismo, también Universal.

Su arista menos conocida es la del Poeta tal vez por que él mismo ha procurado guardar celosamente la pági­nas que le han inspirado sus sentimientos más íntimos, hasta el punto de que Eduardo Carranza k> llamó alguna vez «Virrey de la melancolía y Príncipe de la poesía secre­ta». Paralelamente a una reciedumbre de carácter, fruto de sus inquebrantables convicciones, hay en Santofimio Botero una ternura, una sencillez y una transparencia espirituales, que le han permitido disfrutar de la Poesía como una de sus grandes pasiones. En su libro nos entrega su bella pá­gina «La Elegía del Adiós», a la manera de los Pequeños Poemas en Prosa de Charles Baudelaire, escrita en una tarde de otoño en el ambiente de su café parisino preferido Les Deux Magouts. Ya en su libro anterior Con mi Propia Voz nos había regalado cuatro sonetos impecables, que le aseguran un sitio de privilegio en la gran antología de la poe­sía colombiana Superado ya el vértice del «bello mediodía del camino de nuestra vida» enunciado por él mismo con las palabras iníciales de La Divina Comedia, y el vórtice de los años más difíciles de su existencia, el primero merced al paso de los años y el segundo gracias a la fortaleza de su espíritu y a la presencia inteligente, bella, amorosa y devota de su mujer, Liliana Correa Uribe, sigue Santofimio Botero la vertiginosa estela de su ruta con la fuerza de sus capacidades intelec­tuales, su profunda formación humanística, la lectura infati­gable, el reencuentro consigo mismo y a la entrega incondi­cional a la amistad leal y verdadera.

Esta atmósfera fue estructurando los temas del libro Palabras y Sueños, cuyo contenido de alguna manera nos hace partícipes, en la medida que hemos acompañado a su autor en sus vivencias y asistido a sus convocatorias para ratificar la identidad y el paisanaje, la amistad y la afini­dad fraternal con un grupo humano al que pertenecemos con orgullo. Tardes enteras cargadas de afecto y camara­dería, propiciaron el diálogo cordial, la controversia franca y el comentario agudo sobre los hechos, los libros, las noti­cias malas y las buenas, del momento.

Allí compartimos las angustias de Paul Gauguin en su lucha por realizarse como Pintor cuando Vargas Llosa en El Paraíso en la Otra Esquina señaló que aquel había regalado a su amigo Van Gogh un auto-retrato transforma­do en lean Valjean el héroe de Los Miserables para denun­ciar la incomprensión, la intolerancia y la envidia de las gen­tes, condiciones que no cambian con el correr de los tiem­pos ni con el desarrollo de las sociedades. Allí también re­cordamos la forma como José Saramago en El Evangelio Según Jesucristo descubrió que María Magdalena era ru­bia, gracias a un grabado de Durero, y como tal, natural o artificial, eficaz instrumento de pecado y perdición.

Nos recreamos en la lectura de los sonetos de Shakespeare traducidos magistralmente por nuestro gran escritor William Ospina y con la obra de Jacques Barzun Del Amanecer a la Decadencia que narra la historia de cin­co siglos de la Cultura Occidental, reflexionamos sobre la pequeñez de nuestra escena regional, que tiene también un espectro histórico de quinientos años. Quizás así surgió el entusiasmo por los escritos sobre la historia de nuestro pueblo, que nos permitieron el acceso a la Academia de Historia del Tolima.

Las palabras y los sueños de Santofimio revelan la figura de un personaje de gran modernidad, o mejor, de gran post-modernidad. Su actitud existencial, su desbor­dada actividad intelectual y producción literaria quieren expresar tantas cosas que todavía guarda en su interior, en su ethos, y las dice tan apasionadamente, con su pathos, en el verdadero sentido filosófico, como tratando de completar una obra no acabada.

No ha resuelto aún el conflicto entre el intelecto y la pasión por la política. Por lo tanto, no ha aceptado siquiera la posibilidad de su retiro de la escena pública, ni tampoco ha superado el otro gran conflicto, de no haber cumplido completamente su compromiso con la Historia. Habrá que repetir, entonces, lo que dijo BaudeJaire, hablando del pin­tor Delacroix:»para un hombre así, dotado de tanto coraje y tanta pasión, las luchas más intensas son aquellas que debe mantener consigo mismo»

*Ex Gobernador  del  Tolima,  Ex Alcalde  de   Ibagué  y  profesor de  la   Universidad   Nacional     de Colombia.