23.10.10

Notas sobre el libro Palabras y sueños de 
Alberto Santofimio Botero

Por: Carlos Martínez Silva*

Este título Palabras y Sueños, nos hace recordar, por su similitud, al libro Pensamientos y Meditaciones del pin­tor, escritor y alumno de la Escuela de la Sabiduría de Beirut, Khalil Gibran, quien de joven, era feliz inmerso en las tor­mentas de las costas Mediterráneas, tanto como nuestro escritor, historiador, poeta y humanista Alberto Santofimio Botero, en medio de las tempestades de la política en Colombia.

Su lectura nos permite escrutar sus pensamientos, definir los rasgos de su propia y vertiginosa existencia y ratificar esa formidable capacidad que tiene para comuni­car verbalmente sus ideas, sin vacilar, sin fallar en la estructuración de las frases, con pasmosa precisión y con fa cadencia y el vigor que ha cautivado todas las audien­cias.

Recordamos los fragosos acordes Wagnerianos de sus discursos en la plaza pública, la sonoridad orquestal de sus intervenciones en la Academia o en el Parlamento y el encanto musical de sus declamaciones, cuando recita a Neruda, a Rilke, a Lorca o a Rimbaud De aquellos, nu­merosas ediciones han permitido guardar para la Historia un enorme acervo literario que interpreta su pensamiento político. De éstas, hemos sido testigos afortunados en inol­vidables tertulias al calor del afecto que ha prodigado a sus amigos. Gracias al conocimiento que tiene del Idioma, la Historia, la Literatura, las grandes corrientes del Pensamien­to Universal y, desde luego, la condición del ser Humano, hace con propiedad las semblanzas de los grandes acto­res de nuestro tiempo, de De Gaulle a Churchill, de Sartre a Azorín, de Alberti a Canetti, de Silva a De Greiff, de Gaitán a Lleras Restrepo, de Lozano y Lozano a López Pumarejo, de Núñez a Echandía.

En el análisis de las circunstancias políticas más difí­ciles, y de los conflictos sociales y económicos más agu­dos, se expresa libremente Santofimio Botero sin ataduras ni convencionalismos, con irreverencia y, si es necesario, con insolencia, por que sabe que sus libros deben dejar una «huella perdurable» y por que «escribir significa entre­garse por completo». Franz Kafka decía al principio del Si­glo Veinte:» solamente debemos leer libros que nos muer­dan, que nos piquen, que nos arañen», y al final del mismo Siglo, Umberto Eco decía en sus Apostillas al Nombre de la Rosa que, al escribir una novela policíaca del medioevo, «quería convertir al lector en mi presa» y al ubicarla en el contexto físico de una, abadía, «tenía ganas de envenenar a un monje».

Entonces, que lo digan estos títulos: Rumbo al Socia­lismo, Convocatoria a los Inconformes, Estoy Uniendo al Pueblo y Dividiendo a la Oligarquía. La Patria Socialista del Mañana, Revolución con Libertad, y muchos más que for­man parte de sus Obras Selectas editadas por el Congre­so de la República en tres tomos de la colección Pensado­res Políticos Contemporáneos.

Con la autoridad que le otorgan el conocimiento del país, sus problemas y sus gentes, y la percepción del fenó­meno histórico del siglo veinte y su aproximación al siglo veintiuno, aborda los más diversos temas con seriedad y convicción, con dolor patrio y con franqueza. Del capítulo Ensayos Breves de Historia. Política y Literatura, destaca­mos «Dos Genios Coincidentes» por la sorprendente, in­sólita y casi imposible ecuación en que involucra a Wilde y a Rimbaud, y entre los Prólogos de libros de historia, bio­grafías, poesía, pintura, leyes, música y fotografía, su bella página «El tiempo detenido» escrita para el libro en que Germán Huertas Combariza hace gala de sus condiciones de Fotógrafo con su excelente álbum sobre Villa de Leyva. El texto del discurso de posesión en la Academia de Histo­ria del Tolima sobre la vigencia del pensamiento de Marx, nos lleva a asegurar que afortunadamente éste trascende­rá por siempre todos los acontecimientos de la Historia Universal, y el Capítulo sobre «Recuerdos de Ibagué de 1948 a 1963» reanima nuestros sentimientos de haber com­partido con tanta intensidad los sucesos de un pueblo ele­mental, y por ello mismo, también Universal.

Su arista menos conocida es la del Poeta tal vez por que él mismo ha procurado guardar celosamente la pági­nas que le han inspirado sus sentimientos más íntimos, hasta el punto de que Eduardo Carranza k> llamó alguna vez «Virrey de la melancolía y Príncipe de la poesía secre­ta». Paralelamente a una reciedumbre de carácter, fruto de sus inquebrantables convicciones, hay en Santofimio Botero una ternura, una sencillez y una transparencia espirituales, que le han permitido disfrutar de la Poesía como una de sus grandes pasiones. En su libro nos entrega su bella pá­gina «La Elegía del Adiós», a la manera de los Pequeños Poemas en Prosa de Charles Baudelaire, escrita en una tarde de otoño en el ambiente de su café parisino preferido Les Deux Magouts. Ya en su libro anterior Con mi Propia Voz nos había regalado cuatro sonetos impecables, que le aseguran un sitio de privilegio en la gran antología de la poe­sía colombiana Superado ya el vértice del «bello mediodía del camino de nuestra vida» enunciado por él mismo con las palabras iníciales de La Divina Comedia, y el vórtice de los años más difíciles de su existencia, el primero merced al paso de los años y el segundo gracias a la fortaleza de su espíritu y a la presencia inteligente, bella, amorosa y devota de su mujer, Liliana Correa Uribe, sigue Santofimio Botero la vertiginosa estela de su ruta con la fuerza de sus capacidades intelec­tuales, su profunda formación humanística, la lectura infati­gable, el reencuentro consigo mismo y a la entrega incondi­cional a la amistad leal y verdadera.

Esta atmósfera fue estructurando los temas del libro Palabras y Sueños, cuyo contenido de alguna manera nos hace partícipes, en la medida que hemos acompañado a su autor en sus vivencias y asistido a sus convocatorias para ratificar la identidad y el paisanaje, la amistad y la afini­dad fraternal con un grupo humano al que pertenecemos con orgullo. Tardes enteras cargadas de afecto y camara­dería, propiciaron el diálogo cordial, la controversia franca y el comentario agudo sobre los hechos, los libros, las noti­cias malas y las buenas, del momento.

Allí compartimos las angustias de Paul Gauguin en su lucha por realizarse como Pintor cuando Vargas Llosa en El Paraíso en la Otra Esquina señaló que aquel había regalado a su amigo Van Gogh un auto-retrato transforma­do en lean Valjean el héroe de Los Miserables para denun­ciar la incomprensión, la intolerancia y la envidia de las gen­tes, condiciones que no cambian con el correr de los tiem­pos ni con el desarrollo de las sociedades. Allí también re­cordamos la forma como José Saramago en El Evangelio Según Jesucristo descubrió que María Magdalena era ru­bia, gracias a un grabado de Durero, y como tal, natural o artificial, eficaz instrumento de pecado y perdición.

Nos recreamos en la lectura de los sonetos de Shakespeare traducidos magistralmente por nuestro gran escritor William Ospina y con la obra de Jacques Barzun Del Amanecer a la Decadencia que narra la historia de cin­co siglos de la Cultura Occidental, reflexionamos sobre la pequeñez de nuestra escena regional, que tiene también un espectro histórico de quinientos años. Quizás así surgió el entusiasmo por los escritos sobre la historia de nuestro pueblo, que nos permitieron el acceso a la Academia de Historia del Tolima.

Las palabras y los sueños de Santofimio revelan la figura de un personaje de gran modernidad, o mejor, de gran post-modernidad. Su actitud existencial, su desbor­dada actividad intelectual y producción literaria quieren expresar tantas cosas que todavía guarda en su interior, en su ethos, y las dice tan apasionadamente, con su pathos, en el verdadero sentido filosófico, como tratando de completar una obra no acabada.

No ha resuelto aún el conflicto entre el intelecto y la pasión por la política. Por lo tanto, no ha aceptado siquiera la posibilidad de su retiro de la escena pública, ni tampoco ha superado el otro gran conflicto, de no haber cumplido completamente su compromiso con la Historia. Habrá que repetir, entonces, lo que dijo BaudeJaire, hablando del pin­tor Delacroix:»para un hombre así, dotado de tanto coraje y tanta pasión, las luchas más intensas son aquellas que debe mantener consigo mismo»

*Ex Gobernador  del  Tolima,  Ex Alcalde  de   Ibagué  y  profesor de  la   Universidad   Nacional     de Colombia.